Las circunstancias que levantan las sospechas de las compañías de seguros son varias, pero casi todas tienen que ver con los antecedentes del asegurado: una ampliación de coberturas, el haber tenido siniestros anteriormente o el encontrarse en problemas económicos.
Estafas comunes a los seguros de coche
Algunas de las estafas más comunes a las que se enfrentan los seguros de coche y moto son:
- Falsear u ocultar información. El asegurado contrata una póliza de seguro indicando que su coche se encuentra en perfecto estado cuando en realidad no es así, y posteriormente reclama daños en un siniestro simulado.
- Siniestros más graves que la realidad. El asegurado simula daños o lesiones de mayor gravedad a la real.
- Cobertura con póliza ajena. Un asegurado con cobertura a terceros consigue que otro con póliza a todo riesgo se declare culpable y emita un parte de accidente simulado para que su coche sea reparado.
- Seguros múltiples. El asegurado contrata la póliza en diferentes compañías para reclamar a todas el mismo siniestro.
- Robo simulado. No son muy raros los casos en los que un propietario aparenta el robo de su coche o moto, cuando en realidad lo ha vendido a un desguace clandestino o a mafias de tráfico ilícito de vehículos.
- Simulación de accidentes. Con la colaboración de un taller el asegurado sustituye distintas partes de su coche por otras rotas o averiadas para simular un siniestro.
- Modificación de las condiciones de un siniestro. En algunas ocasiones los asegurados no tienen coberturas a todo riesgo pero sí contra robo, simulando que le han robado el coche y haciéndolo aparecer al cabo de cierto tiempo.
Obviamente, estas circunstancias son conocidas por las aseguradoras y cuando un siniestro levanta sospechas ponen a sus investigadores a trabajar.
Lo que mucha gente desconoce es que ocultar información a las compañías de seguros, facilitar datos incorrectos o falsos, exagerar las consecuencias de un accidente de tráfico, o fingir la existencia de un siniestro que realmente no ha pasado, son fraudes que pueden tener consecuencias graves para el asegurado y que van desde la anulación de la póliza del seguro o la pérdida del derecho a indemnización, hasta a ser condenados por un delito de estafa enfrentándose a sentencias que pueden oscilar entre 6 meses y 4 años de cárcel.
Resumiendo, un fraude a nuestro seguro del coche puede constituir delito de estafa si supera una cuantía de 400 euros y concurren tres factores agravantes: voluntad deliberada de engaño, ocultación de la verdad y beneficio económico.
En conclusión, hay que tener mucho cuidado con este tipo de artimañas ya que las compañías de seguros de coche y moto investigan muchos de los siniestros, especialmente:
- Robos. Donde se buscan testigos oculares que hayan podido ver al propio propietario remolcar al vehículo teóricamente robado para hacerlo desaparecer o simplemente incendiarlo.
- Lesiones exageradas. Por ejemplo, fingir que no se puede caminar sin muletas y aprovechar el fin de semana para jugar un partido de tenis.
- Suplantación del conductor en un siniestro. Casos en los que, por ejemplo, un conductor bebido muere en un accidente y el copiloto intercambia su posición con la del conductor para así cobrar la indemnización que cubre al acompañante. En este caso las pruebas de ADN pueden demostrar fácilmente quienes eran realmente copiloto y conductor.
- Siniestros recurrentes. Cuando un asegurado da múltiples partes y siempre acude al mismo taller para realizar sus reparaciones. Tanto asegurado como taller pueden ser investigados por la aseguradora intentando descubrir cualquier actividad sospechosa de los mismos.
Otra estafa de la que podemos sufrir sus consecuencias es la de aquellas personas que se sitúan en un paso de peatones y se lanzan contra nuestro coche con la intención de sufrir un leve atropello. Si alguna vez atropellamos a alguien, siempre deberemos esperar a que acuda la autoridad competente para que levante un atestado del atropello. La ausencia de informe de la policía municipal o la guardia civil puede resultar un grave inconveniente posterior, tanto para nosotros como para nuestra aseguradora.
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